dimarts, 25 de maig del 2010

Viena 2010

Mi cuarto viaje a Viena, en la que no estaba desde 1989, ha sido por el placer de ver a mis amigos, libre de visitar la ciudad por turismo o trabajo, he podido disfrutar de la serena y tranquila ciudad sin prisas y  acariciada por el calor de los primeros dias de la famosa y valseada primavera vienesa.

Tiempo libre para pasear en coche o a pie, de elegir los museus que queria ver, de escuchar La Traviata en la Staatsoper que no conocía, de tomar cada tarde una tarta y un té en los famosos cafes vieneses. Estos últimos me han hecho reconciliarme con esta tradición, imposible de encontrar en Barcelona. Establecimientos confortables, silenciosos, con un servicio impecable, siempre atendidos con una sonrisa y, lo mejor, con un surtido de pasteles tan increíble que hubiera necesitado dias y dias para probarlos todos.

Tiempo para pasear por los bosques que hay a solo 5 minutos de la ciudad, con bonitos paisajes, cuidadas carreteras y pequeños pueblos dignos de la mejor postal.

Viena, ciudad imperial que a mi modesto entender ha dejado de ser un punto importante en el panorama internacional, político y económico. Quizás ha perdido un poco de esplendor y otras ciudades europeas han desarrollado más y mejor su arquitectura, cultura o comercio o han renovado su mobiliario urbano y han maquillado mejor sus carencias. Pero Viena, para mi, siempre será el recuerdo de mi primera salida al exterior con tan solo 17 años, mi primer viaje, mi primer vuelo, .. y eso es como el primer novio, como el primer beso ....nunca se olvida.

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